Desde este blog voy a rendir hoy
un homenaje a uno de mis personajes favoritos de la serie: doña Juliana Lorza,
el mejor dulce de “La Deliciosa”.
Como dijo María Tasende en la
presentación del personaje, Juliana es una
mujer entregada a los demás, y lo demuestra tanto con su forma de ser como a
través de los dulces y el chocolate que sirve en su chocolatería. Su
solidaridad nada tiene que ver con ese postureo “hipócrita” de las señoras de
Acacias (empezando por Doña Cayetana): ayuda al prójimo de corazón, sin las
dobleces que caracterizan a la clase burguesa, en cuyo seno nació. Recordemos,
por ejemplo, la chocolatada que dio a los niños el día de Reyes, o el más
reciente reparto de comida a los soldados repatriados de Filipinas (y no, no me
refiero a la comida que organizó Cayetana para darse bombo y recuperar su reputación,
sino a los días posteriores a la misma, cuando los soldados acudían en tropel a
su establecimiento). Por no hablar de su absoluta fidelidad a la difunta
Manuela, a la que incluso ayudó a conseguir los sedantes con los que
adormilaría a Justo para obtener la información necesaria de cara a revocar la
injusta sentencia que condenó a prisión al también desaparecido Germán.
Ahora bien, Juliana no es la
típica “bienqueda” que calla las injusticias con tal de llevarse bien con
todos. No tiene ningún reparo en dejar las cosas claras a las señoronas que
pasan la tarde en la chocolatería y que se dedican a cuchichear y a despotricar
contra las que no participan en sus farsas, como la pobre Trini. Juliana
siempre defiende a sus amigos, y no oculta su desprecio por los malvados:
recordemos cómo reconoció a su hijo que se sentía como unas castañuelas por la
detención de Cayetana, que en el pasado la intentó hundir precisamente por no
dar la espalda a Manuela.
Por último, quiero recordar el
trato de Juliana a Doña Susana, la madre de su (aunque lo oculte) amado Leandro.
Susana, que es “un poco urraca” (Pablico dixit), nunca la ha tratado bien
porque teme que acabe desposando a su hijo y este le deje sola. Juliana, a
pesar de los múltiples malos gestos recibidos por su parte (recordemos la toca
negra que la regaló para recordarle su condición de viuda), ha tenido con ella
gestos propios de una auténtica santa: y no solo hablo de su ayuda cuando
Susana enfermó de fiebres tifoideas, sino también de su decisión de acompañarla
en Nochevieja para mitigar su soledad. Realmente, como ella no hay ninguna.
¡Bravo por Juliana Lorza, el mejor dulce de “La Deliciosa” y de toda Acacias!


